Nuestro país vecino, Portugal, tiene un sinfín de monumentos, paisajes, y actividades que no hay que perderse. El país está salpicado de ciudades históricas, rincones súper románticos y kilómetros y kilómetros de costa en los que se pueden ver acantilados, faros, cabos y playas impresionantes.
Si se tienen unos días de vacaciones y se quiere realmente conocer este bello país, lo ideal es alquilar un piso en Portugal y utilizarlo como epicentro de los movimientos. De esta forma se podrá organizar un viaje estupendo y alojarse en un lugar tranquilo donde poder descansar y tomar fuerzas para el día siguiente.
El Algarve, playas infinitas y pueblos llenos de luz
Entre los sitios más destacados de Portugal no se puede dejar de visitar El Algarve, una región situada en el sur del país, con unas playas extraordinarias y paisajes maravillosos. Entre los pueblos y ciudades más destacados de este enclave turístico destacan Lagos, Carvoeiro, o Tavira. No se puede visitar Portugal sin dejar de conocer los bellos enclaves de la costa del Algarve con playas impresionantes como la de Benagil, llamada la catedral playera del Algarve, la playa Tres Irmaos salpicada de formaciones rocosas, o la playa de Falesia, bañada por aguas turquesas y vigilada por un increíble acantilado lleno de matices cromáticos.
Lisboa y alrededores, el corazón de Portugal
Pero no solo la costa del sur del país luso es interesante, qué decir de la costa cercana a la capital, Lisboa, donde destaca el pueblecito pesquero de Nazaré y que se ha convertido en la meca del surf gracias a las olas gigantes que acechan sus costas.
Obviamente no se puede visitar Portugal y dejar atrás la capital. Lisboa es por derecho propio una de las ciudades europeas más bellas, con ese espíritu noble en el que se respira fado y mar. Una ciudad que une a la perfección la cultura y la historia y que ofrece pintorescos barrios. Es imprescindible si se va a visitar Portugal destinar varios días a conocer a fondo Lisboa y sus alrededores. No se puede dejar de visitar el Castillo de San Jorge, el Mirador de Santa Lucía en el Barrio de Alfama, la Catedral Sé de Lisboa (la más antigua de la ciudad), el Barrio de la Baixa (centro de la vida comercial), la Plaza del Comercio y la Plaza del Rossio, o el Elevador de Santa Justa. Tampoco se puede dejar de lado el montar en sus famosos tranvías, que pueden llevar al viajero hasta el Barrio de Chiado o el Barrio Alto.
El Barrio de Belem necesita de una reseña aparte, ya que alberga grandes monumentos de la ciudad como el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belem ambos de estilo Manuelino) o el Monumento a los Descubrimientos.
Cerca de la capital lusa se encuentra la ciudad de Sintra, donde se pueden ver ruinas de un castillo árabe, un palacio medieval y el Palacio de Pena, uno de los más bonitos del país.
Oporto, capital del vino
Si se sigue hacia arriba, buscando el norte del país, hay que pararse a conocer Oporto, reconocida mundialmente por el vino que lleva su nombre. Se trata de una ciudad con imponentes puentes sobre el río Duero y donde se pueden visitar la Librería Lello e Irmao, ubicada en un edificio neogótico, la Iglesia y Torre de los Clérigos, en estilo barroco portugués, la Ribeira, donde contemplar unas maravillosas vistas de la ciudad, el Palacio de la Bolsa o la Catedral de estilo románico, pero con un claustro gótico impresionante.
Imprescindible visitar también las bodegas de Vila Nova de Gaia, la ciudad que se une a Oporto a través de sus puentes y en la que se ubican diferentes bodegas donde entrar a conocer el origen del vino de Oporto.
Algo más arriba se sitúa Guimaraes, declarada Patrimonio de la Humanidad y cuna del país luso tal y como se le conoce hoy. Son imprescindibles una visita al Palacio de los Duques de Braganza, a la Iglesia de San Miguel o al Castillo.