Es verdad que existen hombres que encuentran difícil renunciar al rol que la sociedad les ha reservado. Se sienten en la necesidad de ser proveedores, pilares y responsables de sus parejas. Han crecido con la creencia de que deben mantener el control y marcar el ritmo de la relación. Y se sienten más cómodos si la mujer depende de ellos en todo sentido: afectivo, económico y social, en mayor o menor medida.

Hoy en día son muchas las mujeres que, para evitar conflictos con sus parejas, fingen un cierto grado de dependencia hacia ellos. Sin embargo, son cada vez menos las mujeres que encajan en este rol y hay que considerar que la mentalidad masculina también está cambiando.

Una mujer independiente

Una verdadera mujer independiente se siente cómoda consigo misma. No está desesperada por encontrar pareja y aprecia sus espacios para reflexionar, para organizarse y entender sus propias necesidades, emocionales y materiales. Es por esto que, cuando una mujer independiente emprende una relación de pareja, se la toma seriamente. La elección de su pareja no será casual y el compromiso adquirido no será poco serio.

Esto no quiere decir que la mujer independiente centrará toda su atención en su pareja o que será asfixiante. Por el contrario, saben valorar su propia vida social fuera de la pareja, y valoran muchísimo su profesión y sus propios objetivos. Están centradas en su superación personal y se sienten satisfechas cuando logran alcanzar los resultados esperados.

Ser una mujer independiente no implica no saber apreciar la caballerosidad. No sienten que haya nada de malo en salir con un hombre que abre la puerta para que pasemos, que se fije en nuestro aspecto y nos halague. Eso no tiene nada de malo.

Si el hombre aprende a apreciar todas estas cualidades, encontrará que una mujer independiente es un tesoro. Se dará la posibilidad de vivir un amor, sin ninguna implicación subyacente de necesidad o miedo, sino un amor libre que surgirá de una verdadera afinidad.

Todos los excesos son malos

No hay que confundir el ser independientes con ser desarraigadas. Las mujeres independientes no deben perder de vista que entregar una parte de sí mismas a la relación no implica una pérdida. Tener determinación no debe implicar tomar todas las decisiones unilateralmente, por ejemplo.

Es importante saber lo que se quiere, pero a ninguna persona, hombre o mujer que sea, le gusta la idea de relacionarse con alguien que habla de forma imperativa, sin ningún tipo de afecto en el tono. En una pareja hace falta un compañero, no un director. Lo mismo sucede cuando se trata de la convivencia: debe basarse en el compartir, no en el competir el uno contra el otro. Está bien tener iniciativa, tener objetivos propios que alcanzar, pero nada de esto es suficiente para anular al compañero. El desafío puede ser emocionante, incitante, pero vivir en un continuo reto puede provocar resentimiento en la propia pareja y hacer que la convivencia sea insoportable.

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